Servilletas usadas

Puesto de alta demanda y pocas luces.

Opinión30/01/2025

Servicio, palabra policía que la comunidad online argentina se ha apropiado con fuerza y la hace parte de los intercambios y opiniones diarias sobre la convulsa escena política nacional. Su versatilidad hace que encontremos este término en múltiples tonos, desde la conspiranoia más extrema hasta el humor más ácido. Una parte creciente del folklor político digital que muta día a día conforme las cosas toman su forma, pero que a pesar de los futuros significados que se le pueda otorgar, aún conserva la esencia de lo que realmente representa a día de hoy.

No son pocos los usuarios de diversas redes sociales poseedores de perfil aspiracional con mucho para decir (pero poco que aportar) que creen estar bajo la lupa de "los servicios", aquellas malévolas entidades pertenecientes a agencias estatales con la misión de espiarlos o vaya a saber que cosa y para que. La realidad es que de este tipo de usuarios jamás se ven explicaciones claras de por qué alguien querría espiarlos, pero esa megalomanía mezclada con paranoia digital será un tema que podremos tratar en alguna otra ocasión. Volviendo a los "servicios", ¿existen? Es complicado, pero no por alguna cuestión de alta complejidad, sino por lo ridículo de su existencia.

La combinación de la hegemonía digital con el crecimiento imparable de los absurdos más inesperados de la política le dio lugar a un nuevo tipo de marginal surgido de antros online de diversa índole. Sus funciones son muy básicas y no muy distintas de lo que algunos llaman "troll", como hostigamiento, seguimiento y captación para la conformación de redes que operan de la misma forma bajo directivas explícitas de algún funcionario del gobierno o de alguna figura de poder que opera tras el telón de la cloaca nacional. Entonces ¿en qué se diferencian de un troll?

El llamado "servicio" por norma general no goza de cualidades ni capacidades que le permitan ser un arma poderosa que se mueva entre los hilos de la comunicación y el poder, aunque si son buenos agitadores detrás de una pantalla, pero pésimos para cumplir su autoidealización de "espías" o "lobbystas", como osan llamarse algunos. Además, la propia megalomanía y el deseo de trascender por encima de la mediocridad propia hacen que el prototipo de servicio sea incapaz de algo vital en el mundo de la inteligencia como cerrar la boca y mantener un perfil bajo, esto claro según su propia visión de lo que es el mundo de los servicio de inteligencia y el espionaje.

En resumidas cuentas, el famoso servicio en la mayoría de los casos constituye un personaje que se somete ante la más mínima cuota de poder ajena para cumplir fantasías personales nutridas en la completa marginalidad social. Su búsqueda de reconocimiento es su mayor anhelo, pero al mismo tiempo se hunde en su propia torpeza, incapaz de sostener su provocación cuando la reacción de la comunidad lo enfrenta con su miserable realidad.

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