Mentalidad de paisito

El flagelo de pensar en grande.

Editorial23/12/2024RedacciónRedacción

Mirar afuera y despreciar lo propio, un fenómeno que azota a la sociedad argentina prácticamente desde antes de su nacimiento y que abarca todos los ámbitos de la vida en sociedad. Ya sea por ignorancia, por malicia o por imposición es una actitud que con el tiempo se ha vuelto cíclica y toma partido en la escena política, económica y cultural. La actitud que reniega de la avanzada capacidad de superación que posee Argentina se torna casi belicista al intentar acabar con un legado de transformaciones imposibles de borrar.

No han sido pocos los grandes procesos de transformación vividos en el país, como la estructuración del Estado de la mano de Julio Argentino Roca, la gran apuesta a la infraestructura, producción y movilidad social impulsada por Juan Domingo Perón, o más recientemente el avanzado desarrollo científico y técnico que se alcanzó en la primera década del siglo XXI como continuación de proyectos iniciados el siglo pasado. En los últimos años no fue menor el potencial y las grandes mentes que han sido reconocidos a lo largo y ancho del mundo en áreas de lo más diversas como la medicina, telecomunicaciones o la construcción de satélites, por poner unos pocos ejemplos.

En los aspectos deportivo y artístico los talentos nacionales y su capacidad para abarcar grandes proyectos tampoco se quedan atrás, siendo en lo primero siempre candidatos a los grandes podios y en el ámbito artístico líderes vanguardistas en el ámbito regional, además de ser permanentemente destacados y premiados por el público y la crítica mundial.

Los triunfos nacionales a lo largo del tiempo abarcan múltiples áreas y son una máquina de generar talentos, una característica no menor que ha sobrevivido a los periodos más oscurantistas de la historia nacional, lo cual también es la misma razón de que se ataque permanentemente la capacidad como sociedad de generar potencial intelectual y técnico fuera de serie.

La mentalidad de paisito no quiere ver a Argentina como más que una nación bananera productora de materias primas y servicios, donde el estruendo cultural forjado hasta el día de hoy sucumba ante lo peor de la cultura de exportación de un mundo que hoy se encuentra en retirada. La educación tampoco se encuentra en los planes de quienes predican este modelo vergonzoso despojado de pasiones, ya que sin la misma no se potencia nada de lo anterior, quedando una mayoría sin herramientas y una elite destructiva que hace y deshace a su placer. Restarle precio a todo el valor que se produce en Argentina es un ataque directo a años de esfuerzo y sacrificio por alcanzar superarnos a nosotros mismos y volvernos competitivos en todo el mundo.

Aquellos que desean una nación vulnerable con nada más a su alcance que consumismo precario planean lograrlo insertando y repitiendo el discurso conocido que nos hace ver como un país pequeño que no destaca en nada. Existen dificultades como en cualquier país en vías de desarrollo, pero el capital humano que ha surgido de este suelo no tiene equivalente en la región, y debe ser aprovechado al máximo para posicionar al país junto con su capacidad de influencia y para desterrar el discurso malicioso de que nada celeste y blanco puede ser bueno.

El orden gobernante reciclado de un pasado fracasado puede destruir, hacer y deshacer todo lo que quiera, eso será lo de menos cuando el mismo pueblo argentino en su búsqueda de destacar vuelva a construir con mayor fuerza y calidad que nunca para desterrar la indigna mentalidad de paisito.

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