
Atrapados entre el 43 y los 90.
Por Rafael Caracciolo
Las ingenuas Fuerzas del Cielo se comieron el amague de la Casta Política, en la clásica jugada
del “cierre de listas”.
Como se advirtió en este medio hace tiempo en este artículo, las revoluciones políticas y sociales siempre tienen dos caras: la cara pública y la cara oculta. La cara pública es aquella que manifiesta el cambio con mayor fuerza, es decir, aquellas expresiones de transformación que son las que ocupan las primeras planas. Ver a Milei con una motosierra diciendo que va a destruir al Estado, siendo el Jefe de Estado, es un ejemplo perfecto. La masa ve eso y entiende y cree que está ante una revolución total, que todo lo que fue, dejó de ser, y que se viene una nueva era. Piensan esto, y realmente lo creen, porque ignoran la otra cara: la oculta, la del Poder, que se mueve mucho más silenciosamente, pero que es la que en definitiva importa. Esta cara es camaleónica, no tiene principios, sino intereses; es capaz de olvidar el pasado y hacer de cuenta que nunca existió, por más que hay mil tuits que indiquen lo contrario. Esta cara, a diferencia de la pública, prefiere manejarse por llamadas y reuniones, acuerdos, cafés, encuentros, etc. No se ven en los medios, salvo para alguna foto institucional, o para cuando están en época de elecciones, y suelen evitar el conflicto público, sin perjuicio que poseen un agudo sentido de la auto conservación. Debería ser obvio, dado que su supervivencia depende de su astucia, de su virtú, como diría Maquiavelo. Por ello representan una realidad dentro de toda política, y es ni más ni menos que el ya comentado Gattopardismo, que bien se puede resumir con la frase “Si queremos que las cosas sigan como están, tendrán que cambiar”, mencionada en la novela El Gatopardo, que retrata la situación de la nobleza siciliana durante la reunificación italiana.
La sencillez de la frase es clave para entender porqué pasa lo que pasa con el cierre de listas libertarias. Porque entraron gente del PRO, de CAMBIEMOS, de MANES (¡¡¡de Manes!!!) antes que los libertarios “puros” de las Fuerzas del Cielo. Mientras estos estaban tuiteando, saliendo a la calle con estandartes romanos, mientras hablaban y copaban la atención, la vieja nobleza bonaerense se movía rápida y sagazmente, tranzando puentes con lo que a estas alturas debe ser la persona con más poder en la República Argentina: Karina Milei. Es que esta gente tiene la capacidad de entender el plano rápidamente; supieron de inmediato que habría una rivalidad entre la “base” de la pirámide (o el triángulo), porque entienden que el Poder siempre está en competencia. Vieron a Santiago Caputo y seguramente pensaron que era demasiado idealista para sus necesidades, siendo este alguien que realmente cree el mensaje que pregona. Pero en el otro lado observaron a la figura de Karina, que probablemente no sepa teoría económica liberal, pero entiende muy bien como funciona el Poder, y al ver la dinámica del Jefe (llamada así por el propio Presidente de la República), entendieron que allí estaba la victoria. El resto fue más fácil, cuestión de acercarse, arreglar, demostrar sumisión, chupar alguna que otra cosa… todo vale y no sería la primera vez. A esta altura me sorprendería que tengan papilas gustativas funcionales. Como sea, hicieron lo que hicieron y ahora están donde están, mientras que los puristas, ideológicamente hablando, están abajo. ¿Queda alguna duda sobre quien fue el ganador? ¿Alguien cree que la vieja Casta no se va a salir con la suya? Si quedan dudas, pueden leer la novela El Gattopardo, o mirar la serie, si no quieren leer. Les prometo que les va a encantar.