
Las fuerzas del cielo en el juego de la casta.
En medio de las tensiones típicas del escenario electoral, el peronismo en su conjunto parece haber redoblado esfuerzos para dificultar una situación que, de por sí, es complicada. No bastó con la proscripción de la principal conductora del movimiento nacional, sino que ahora las internas eternas hacen estragos mientras figuras oportunistas se regocijan en la posibilidad de ocupar el vacío de poder.
El justicialismo en su conjunto históricamente ha sido un movimiento de poder, con la diferencia de que ese poder siempre supo ser conducido para poder concretar objetivos en todos los niveles de la política, mientras que lo que se observa hoy es un burdo carnaval de buenismo y poses de lucha forzadas, con espacios de papel cuyos dirigentes se han enamorado de sí mismos mientras persiguen un poder que no comprenden a costa de un sector que exije soluciones.
Frente a la agresión de la proscripción las bases se esperanzaron por el surgimiento de una unidad que pueda por fin dar soluciones y respuestas concretas, pero la luz esperanzadora se fue volviendo gris con el pasar de los días. Es sabido que todo intento de unión es complejo y conflictivo, es lo normal hasta que se define que es lo que sucederá y como se va a proceder, pero esta vez la unión cedió ante la mezquindad.
Con la principal conductora presa y proscripta, algunas cabezas del movimiento se envalentonaron y creyeron que les llegó su propia primavera. Se relamieron con la posibilidad de aplastar las cabezas de compañeros con tal rasguñar hasta el último puesto que les permita venderse tempranamente con "lo nuevo" mientras se reciclan rostros conocidos y malsonantes, mostrando intención de unidad ante las cámaras pero obrando como una bota gigante contra los propios.
El desorganizado esfuerzo de unidad, de momento y a la vista de todos, apunta solo a conservar privilegios en lugares puntuales. Cualquier intento de pensar a largo plazo y en un proyecto nacional intentan ser dinamitados por personajes sin historia ni carisma. Si el peronismo no encuentra la forma de organizarse para ejercer el poder se verá condenado a fragmentarse en una derrota peor que la de 2019, con un enemigo fortalecido y con lo que quede de los suyos buscando rumbos inexistentes en tierra de nadie.