
Guerra comercial, cambio de orden y una Argentina atascada.
China, Estados Unidos y Rusia iniciaron una nueva era en el mundo. Sean bienvenidos todos al postcapitalismo globalista.
Internacional08/04/2025Por @CoupeFuego_
Desde hace una semana, el mundo se encuentra en un estado de incertidumbre tras la medida de Donald Trump de iniciar una guerra comercial contra casi todos los países del planeta, con aranceles que van desde el 10 % hasta el 104 %. A partir de esto, las bolsas de valores y las acciones del mundo se desplomaron, las monedas se devaluaron y crecieron los fantasmas de recesión y de aumento de la inflación, no solo en Estados Unidos sino también en el resto de los países.
¿Pero a qué se debe esta medida? Estados Unidos viene arrastrando desde hace varios años problemas macroeconómicos, como el déficit por su excesivo gasto público, un endeudamiento que lo posiciona como el país más endeudado del mundo, con más de 33 billones de dólares (la deuda representa más del 120 % de su PBI), y un déficit en su balanza comercial de más de un billón de dólares. Todos estos problemas, a través del tiempo, fueron convirtiendo a la Unión Americana en una potencia en decadencia, y con la vuelta de Trump a la Casa Blanca busca recuperarse de la crisis en la que se encuentra inmersa, en contraste con el crecimiento de China.
La nación asiática viene creciendo de forma continua desde hace más de 35 años, a partir de su modelo económico de socialismo con características chinas. Los cimientos de este crecimiento nacen desde la transformación político-económica aplicada por Deng Xiaoping, líder revolucionario y de la República Popular China, y el modelo se ha profundizado hasta la actualidad desde el arribo de Xi Jinping al poder en el año 2013.
El dragón empezó a jugar fuerte en el tablero de la geopolítica mundial con la iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) hace 12 años. La IFR es la principal política exterior del gobierno chino, ya que es una estrategia de desarrollo económico, infraestructura y cooperación internacional para las naciones del mundo, basada en lo que fue la famosa Ruta de la Seda: una red de rutas comerciales terrestres y marítimas que en la antigüedad conectaron a China con Asia, el norte de África y la Europa mediterránea.
Esta nueva forma de hacer política le dio a China una mayor influencia en el plano mundial, a través de la inversión y la cooperación en Europa, América, África y Asia, despojando a Estados Unidos de su rol como principal socio comercial y también de su influencia en países como, por ejemplo, Argentina, generando las bases para un nuevo mundo multipolar, siendo el bloque político-económico de los BRICS su mayor representante.
Trump, viendo todo este panorama y habiendo tomado nota de lo que sucedía en el mundo y en su nación, inició su primer mandato en 2017 y decidió terminar con el Consenso de Washington, poniendo fin a la era unipolar globalista tras la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS, priorizando la producción y el trabajo de los estadounidenses con medidas proteccionistas contra China, por sobre las viejas recetas del liberalismo económico, retomando el sendero de la hegemonía republicana de la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX.
Tras cuatro años de gobierno y una pandemia de por medio, los republicanos fueron derrotados por Joe Biden en las elecciones de 2020. El 45.º presidente de los Estados Unidos de América no claudicó y volvió a presentarse a elecciones con una campaña plagada de polémicas y una fuerte impronta nacionalista, con un proyecto de gobierno y un plan económico proteccionista que, a los ojos de los liberales argentinos, sería considerado digno de un gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en tiempos de Guillermo Moreno al mando de la Secretaría de Comercio.
Las medidas económicas de Trump, tomadas la semana pasada, le dieron sepultura a una globalización putrefacta, un Occidente en decadencia y al capitalismo liberal como sistema hegemónico instaurado a partir de los acuerdos de Bretton Woods en 1944, que configuraron el sistema económico global bajo la hegemonía del dólar estadounidense, el abandono del patrón oro y posicionaron a Estados Unidos como principal potencia mundial.
Este cambio de era no sucedió de la noche a la mañana. Fue un proceso impulsado por China mediante la iniciativa de la Franja y la Ruta, con una Rusia que comenzó un proceso de desdolarización en conjunto con los chinos, a la par que invadía Ucrania, y con un Estados Unidos que, por medio del reshoring —la reubicación de las empresas estadounidenses y sus operaciones comerciales en suelo americano— y el proteccionismo recíproco entre naciones, dio por finalizados los más de 80 años de capitalismo liberal, potenciado con la aparición de la Escuela Económica de Chicago en la década de los 70.
Mientras tanto, en Argentina, el gobierno nacional, desde su marco teórico liberal-libertario, sigue leyendo la política internacional, así como los problemas de nuestro país, desde la clarividencia de la hermana del Presidente y los sermones de un perro muerto desde el más allá. Pero aun en este contexto de incertidumbre, hay una verdad y un panorama esperanzador para el peronismo: el mundo que esperó el teniente general Juan Domingo Perón ha llegado.