Un mundo nuevo, la misma Argentina

Guerra comercial, cambio de orden y una Argentina atascada.

Internacional08/04/2025

 La tensión sube ante la inminente y casi inevitable consolidación del orden multipolar. Las potencias comienzan a jugar con fuerza y astucia mientras el pánico y la incertidumbre comienzan a hacerse lugar en el día a día de los mercados y la política global. La convivencia no parece estar en los planes de las tres potencias que se disputan el control de un mundo agotado por décadas de globalización salvaje.

El panorama de alta volatilidad que vemos hoy es producto de años de tensiones acumuladas, conflictos no resueltos y pretensiones insostenibles. El ascenso de China, Estados Unidos en retirada con su liderazgo cuestionado, Europa en un bucle interminable de contradicciones, y Rusia dispuesta a hacer uso de toda su fuerza para mantenerse vigente; son el resultado de décadas de negación sobre los puntos flojos en las promesas de eterna armonía y prosperidad predicadas por el orden liberal hoy en decadencia.

Desde el pasado 7 de abril el mundo está presenciando el inicio del cambio de orden, donde las potencias perfeccionan las jugadas que permitirán dar forma a un nuevo mundo donde el orden multipolar permanece firme ante los manotazos de ahogado de una Norteamérica debilitada y poco creíble, y una Europa que intenta hacer compatible su ideal de utopía liberal con sus deseos belicistas reprimidos por décadas. 

En medio de esta etapa de guerra arancelaria y demostraciones de fuerza, los países periféricos así como las potencias emergentes buscan aprovechar los huecos para tener la oportunidad de ocupar los vacíos de poder y ventanas en los mercados que surjan ante la incertidumbre resultante de los agresivos movimientos de la economía mundial. El caos bursátil no conoce de puntos medios, lo que no sea ganancia arrastrará una ruina difícil de remontar en un contexto de conflictividad permanente.

Muy típico en su estilo, Argentina ha entrado al cambio de época de la peor manera posible, con un gobierno ultra liberal alineado con las potencias en retirada, propagador de un modelo económico obsoleto e incapaz de posicionarse de forma favorable ante una inestabilidad internacional de tal magnitud mientras continúa un coqueteo desvergonzado con organismos de deuda y sin soluciones a mediano ni largo plazo contra la prácticamente nula inversión y producción. La credibilidad de Argentina se desploma día a día ante un mundo que comienza a forjar el futuro con un conflicto en etapa temprana. 

La política interna tampoco da tranquilidad cuando conviven un oficialismo completamente improvisado en paralelo con una oposición que a pesar de ser la histórica representante de las mayorías hoy se encuentra debilitada por el conformismo y los egos que acrecientan su división, imposibilitando un plan de lucha unificado contra los atropellos del gobierno.

En su historia, Argentina siempre ha encarado los cambios de época con dificultad, pero ante lo que acontece hoy, y dado el alto nivel de inestabilidad y conflictividad, excede todo antecedente. El Estado argentino ha abandonado todo posible aprovechamiento de la situación internacional. La falta de voluntad del albertismo, y el entreguismo explícito del libertarismo han dejado a la segunda economía de Sudamérica al borde del abismo en un contexto que, siguiendo los lineamientos que ubicaron al país en los BRICS, hoy deberían ser más que alentador.

El mundo está escribiendo páginas nuevas, mientras tanto, la nación que hasta hace no mucho tuvo en sus manos la posibilidad de ser el faro del sur, se encuentra a la deriva y vulnerable a los impactos que vendrán producto de la reconfiguración de poder más importante ocurrida en décadas.

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