
El gobierno apuesta por un peligroso cambio de rol mientras se pierden capacidades de defensa.
Un nicho de traidores alejado de la ciudadanía y del sentido común.
Defensa17/02/2025Argentina, uno de los países más extensos del mundo, poseedor de una posición privilegiada y un territorio con una variedad única de recursos estratégicos vitales para su desarrollo. Una tierra generosa que necesita ser defendida… o al menos, eso es lo que se supone.
No es ninguna novedad que la relación de la sociedad argentina con sus fuerzas armadas sea entre distante y conflictiva por todos los antecedentes vividos durante el turbulento siglo XX. Intervenciones permanentes en la política nacional a la vez que ocurrían enfrentamientos internos entre las distintas facciones de las fuerzas armadas, violaciones sistemáticas de los derechos humanos, dos guerras que resultaron en un fracaso estrepitoso, y un último y moribundo aliento con los alzamientos entre sectores nacionalistas y liberales en las últimas dos décadas del siglo pasado. Además, hay que sumar el revanchismo que tuvo lugar por parte de la política en los primeros años del nuevo milenio, lo cual dejaría la imagen militar por los suelos.
El resentimiento histórico dentro de las fuerzas armadas, sumado a la falta de conducción de la clase dirigente, ha contribuido a que un país con tanto por proteger —y con el agravante de contar con territorios ocupados que amenazan tanto su proyección al Atlántico como sus posiciones en la Antártida, mantenidas por más de un siglo— siga careciendo de capacidades acordes a los tiempos que corren, donde el sistema de defensa es incapaz de insertarse en un mundo que cambia de forma violenta mientras se altera el equilibrio de poder.
La falta de interés y la incapacidad de las autoridades civiles ha permitido que por décadas los militares propaguen una visión liberal sobre lo que debería ser su misión, la cual actualmente está muy alejada de proteger los intereses vitales de la nación, aquellos que si se ven vulnerados el Estado argentino pone en riesgo su existencia como tal.
Esta difusión de ideas para nada compatibles con la defensa de la soberanía tiene varios focos de transmisión, siendo algunos de los más fuertes los institutos de formación de oficiales y suboficiales de las tres fuerzas armadas. Bajo el falso mote de "profesionalismo" no se permite a los futuros cuadros cuestionar ni profundizar en cuestiones políticas y estratégicas, haciendo que sea inviable que con el tiempo perciban a potencias ocupantes como el Reino Unido como amenazas para el país. Esta línea de pensamiento no es nueva, y se ha perpetuado en el tiempo gracias a una oficialidad que se codea con representantes de ejércitos pertenecientes a la OTAN y, por supuesto, a organismos como el CARI (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales), uno de los mayores promotores de mantener una actitud pasiva hacia la ocupación británica, cuya intromisión en la formación de la futura conducción de las fuerzas armadas es permitida por quienes hoy las dirigen.
El mensaje que se quiere transmitir y mantener es el de amistad con nada mas ni nada menos que una potencia ocupante, una posición de completa sumisión que desvía a los militares cada vez más de su misión principal, relegando la guerra de Malvinas a un mero hecho histórico y autoconvenciéndose de un supuesto papel heroico que tuvo más que ver con las paupérrimas aventuras italianas de la Segunda Guerra Mundial que con auténtica voluntad de defender la soberanía nacional, tanto en el 82 como a día de hoy.
La negación permanente de los errores cometidos durante la última guerra hace que sea inviable reestructurarse para alcanzar el objetivo de representar nuevamente una amenaza para las posiciones británicas, y esa misma negación se transmite a la población civil, la cual a causa de su desconocimiento no tiene las herramientas necesarias para interiorizarse en cuestiones que respectan a la defensa nacional.
La sobreexposición en redes sociales, la negación de los fracasos del pasado y la falta de voluntad de posicionarse de cara al futuro alejan al ciudadano argentino de todo conocimiento relacionado a la defensa nacional, ya sea este dentro o fuera del ámbito militar. Hacia afuera se proyecta una imagen de una fuerza heroica con voluntad de combate, mostrando material de combate y poco más, cuando en realidad la falta de motivación, infraestructura y voluntad de la oficialidad para mantener una fuerza en condiciones es peor que nula.
No se puede construir el futuro de la política de defensa con fuerzas armadas alejadas de la realidad y abiertamente colaboracionistas de la ocupación por parte de una potencia extranjera, y mucho menos si se mantiene a la ciudadanía cegada y alejada de las múltiples y complejas realidades que azotan la situación de la defensa nacional, ya sea en el ámbito militar, político, científico o económico.
El nicho mantenido por militares y sectores económicos y políticos afines debe ser desarticulado si se quiere recuperar capacidad y voluntad de ejercer completa soberanía a lo largo y ancho del territorio nacional.