
Reclamo legítimo sin capital político.
En medio del agitado y cambiante show de la política nacional una sombra conocida se asoma poco a poco sobre sus incautos partícipes. Mientras agitan pasiones vacías y discursos obsoletos, una mirada fría y calculadora alimentada por el deseo de poder tiende sutilmente sus hilos mientras la atención de la política y el público a duras penas supera la decadente cultura del meme que absorbió por completo a la política argentina.
Remontémonos a aquella noche del 27 de octubre de 2019, mientras en el peronismo reinaba la alegría tras haber logrado el triunfo electoral en primera vuelta, en el bando que quedó relegado al segundo lugar reinaban las caras largas y, por supuesto, la incertidumbre para aquellos que se creyeron invencibles. En aquel ambiente de malestar, el líder amarillo sin pelos en la lengua se dirige a los argentinos con reprimendas e indignación por lo ocurrido, convencido de su buen papel y exigiendo responsabilidad al electorado. En el nuevo bando oficialista gran parte de la dirigencia creyó de forma soberbia e irresponsable que habían terminado con él de por vida, sin darse cuenta de que habían echado al fuego un tanque de combustible.
Con el paso del tiempo, entre la pandemia de COVID-19, la derrota en las legislativas y la negligencia en la toma de decisiones el oficialismo se caía a pedazos. El 2021 se vio levemente sacudido por el surgimiento de una alternativa autoproclamada "liberal", lo que puso en shock a los espacios principales. Algunos eligieron hacer caso omiso, otros hicieron gala de un show de victimismo sin precedentes, y unos cuantos de colores varios empezaron un coqueteo temprano. Mientras tanto, el líder amarillo supo que era el momento indicado. Sin grandes proclamas y con cautela comenzó a mover sus fichas en un tablero tan complejo como tramposo.
Antes de jugar en grande había que disciplinar la tropa, corregir a los revoltosos que osaban con cuestionar su dominio incuestionable. El panorama para 2023 era desolador para el oficialismo en todos los sentidos, y para ese momento, el gran jugador ya había aplastado las breves aspiraciones de su exgobernadora de la provincia de Buenos Aires, mientras que a la vez impulsaba una gran interna entre el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires y su ex ministra de seguridad. ¿Qué podía salir mal? para él, nada.
Entre las PASO y la segunda vuelta de 2023 se vió el fruto de su jugada. Al principio, el peronismo tercero, y el candidato amarillo que se perfilaba como el más fuerte terminó aplastado y marginado por la ex ministra. Para las generales, el peronismo supo dar una remontada histórica, poniendo en jaque al liberalismo y dejando un codiciado margen amarillo para la balotaje. El panorama no podía ser mejor, es aquí donde surge "El ángel de la muerte".
Buscando ocupar huecos de poder como sea, movilizó toda su capacidad para alinear a su espacio detrás de la opción contraria a quienes lo destronaron cuatro años antes. El derroche de poder fue tal que se pudo ver ante las cámaras una simpatía forzada entre el candidato liberal y la ex ministra cuando semanas antes en los debates se agredían mutuamente de todas las formas posibles. Lejos de ser una muestra de pragmatismo, tal nivel de humillación no fue más que un mensaje del propio ángel para que se sepa que aún está vigente.
En política nada es gratis, y con hacer perder al peronismo no alcanza. Ministerios, secretarias y organismos clave estarían copados por su gente. El presidente podrá ser liberal, pero las decisiones estarían guiadas el líder amarillo. Sin límites en cuanto a obscenidad y contradicción, las cosas se harán a su manera.
¿Qué vemos hoy a días de terminar el 2024? el ángel de la muerte despegándose poco a poco de la comparsa liberal mientras busca acomodar a los propios y arreglar los baches que quedaron luego del enfrentamiento con su ex ministra, actual ministra de este gobierno.
La sombra del ángel de la muerte emerge sin encontrar resistencia mientras el clima electoral se apodera poco a poco de una Argentina sin figuras de poder sólidas. Con movimientos fríos, calculadores e inescrupulosos, no existen resultados intermedios para él, solo el fracaso rotundo o la victoria aplastante.