Atrapado entre la derrota y la soberbia

La derrota expone las tensiones de un gobierno que niega la realidad.

08/09/2025

En un bunker asediado por el vacío, con una expresión nerviosa y rodeado de un gabinete autodestructivo, el presidente Milei se dirigió a una militancia desconcertada que, aún viviendo una realidad más que palpable, esperaba explicaciones que den claridad y sentido después de sufrir una derrota electoral para ellos incomprendida.

En un principio, y contra todo pronóstico, Milei fue claro y conciso, remarcando que los resultados no eran casuales y que se deben a errores propios del espacio, sobre los que hay que trabajar y corregir en profundidad. Inmediatamente, el protagonista del tímido intento de autocrítica fue el peronismo, al que acusó de "poseer el aparato" para ganar, desligándose de un plumazo de la responsabilidad de La Libertad Avanza en la derrota, aún teniendo un resultado más que contundente reflejando los intereses del electorado que optó por el armado del justicialismo.

Envalentonado y nervioso ante los primeros aplausos la autocrítica desapareció mientras vociferaba consignas repetidas y datos porcentuales sin contexto fuera de un excel. Así como minutos atrás habló de corregir, al instante remarcó su intención de redoblar la apuesta, ratificando el actual rumbo de la gestión oficialista.

Si hay ratificación, no hay corrección. Redoblar la apuesta en materia económica y social es ir contra lo expresado en las urnas bonaerenses, y sin duda, tendrá efectos a nivel nacional en octubre. El presidente y su gabinete están haciendo oídos sordos ante un votante que se expresa guiado por el bolsillo.

La reacción del mercado fue inmediata y seguramente continúe con la misma tendencia mientras no se tomen nuevas medidas acordes a lo que reclama el electorado. El estado de negación en el que vive el gobierno, sumado a las internas sanguinarias y las peleas con sus antiguos aliados, no harán más que enterrarlos en el barro mientras se nieguen a corregir el rumbo. En octubre todavía pueden mantenerse fuertes en bastiones típicamente antiperonistas como Mendoza y Córdoba, pero eso no implica que no haya un efecto de contagio proveniente del triunfo bonaerense.

La negación y la soberbia están dando frutos para un gobierno que creyó que su propia bomba de tiempo no iba a explotarle en la cara. Negados ante la realidad, combativos con los propios, rodeados de escándalos y enfrentando a un peronismo unificado, el cóctel para el desastre de cualquier gobierno amateur con aires de grandeza e incapaz de leer la realidad.

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