Los policías y militares son clase trabajadora

La cuestión de las FFAA y FFSS desde una óptica marxista.

Política11/04/2025

Por @denguereturns 

 Este es un tópico que genera discusiones muy acaloradas dentro de las izquierdas. La postura hegemónica es que los policías y militares no son trabajadores puesto que forman parte del aparato represivo del Estado capitalista y que pese a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario esto no es condición suficiente para convertirlos en clase trabajadora. Pero esto, por mucho que se lo maquille como una postura materialista, no es más que una visión idealista maniqueísta que tiende a sacralizar al obrero como parte de una composición moral del bien, mientras que los efectivos de las fuerzas representarían algo así como el mal.

¿Son los policías y militares una clase aparte y ajena a la clase obrera? Bien, en esta publicación desarrollaremos una caracterización de las fuerzas, sus miembros y analizaremos por que sí son clase trabajadora.

La función de las fuerzas en el modo de producción capitalista

Uno de los consensos de las izquierdas, sobre todo la izquierda trotskista, es considerar que los policías y los militares no son trabajadores. Estos parten de una lectura superficial e idealista a partir de la cual sacralizan al obrero desde una posición moral, una visión maniqueísta en el que el obrero es algo así como una personificación sagrada, el obrero es bueno y, por lo tanto, cualquier otro sujeto que venda su fuerza de trabajo para un cuerpo del Estado, es automáticamente un traidor de clase. Es superficial porque ni siquiera analiza los trasfondos que llevan a una persona a alistarse, es decir, las condiciones materiales que incentivan a una persona a tomar dicha decisión, ya que, en muchos casos, como analizaremos más adelante, los integrantes de los cuerpos del Estado son personas de extracción obrera. Además, es idealista porque parten desde una visión dogmática y teológica desde la secularidad que en el trotskismo es más patente, es reflejo de la visión mesiánica y simplista de una religión secular. En cambio, desde una perspectiva materialista, la clase trabajadora es aquella clase que no posee medios de producción y vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario poniendo en práctica capacidades técnicas, físicas o intelectuales. El trabajador puede generar valor y plusvalor o simplemente permitir su recurrencia. No solo eso, sino que el obrero es una personificación del capital, un atributo del mismo. Sin las clases sociales que la componen no hay capitalismo. Sin obrero no hay capitalismo, sin burgués tampoco y sin el policía o el militar que garantiza la recurrencia desde su forma marcial o jurídica, menos.

(…)Desde el punto de vista social, la clase obrera, aun fuera del proceso directo de trabajo es atributo —Zubehör, que se puede traducir también como accesorio, dependencia— del capital, ni más ni menos que los instrumentos inanimados. Hasta su consumo individual es, dentro de ciertos límites, un mero factor del proceso de reproducción del capital.» (Crítica de la economía política, Marx)

La función, tanto de las FF.AA. como de las FF.SS., es la de garantizar desde el marco jurídico la recurrencia del modo de producción en un espacio nacional determinado, ya sea en un Estado capitalista o en un Estado socialista. En el modo de producción capitalista cumplen el rol de permitir la reproducción del capital, los cuerpos de seguridad permiten en un ámbito social determinado la realización del plusvalor proporcionando las garantías jurídicas de ese proceso, mientras que las fuerzas armadas lo hacen más generalmente en un espacio nacional determinado garantizando las funciones ejecutivas de un Estado que hacen posible la realización del mismo. Los miembros de esas fuerzas son obreros que permiten el funcionamiento del modo de producción capitalista desde una función coactiva y represiva, tan obrero como un supervisor de fábrica, es decir un obrero tecnificado, que controla y vigila que los demás obreros cumplan su función productiva permitiendo la realización del plusvalor.

Entonces, ¿de dónde viene esta disgregación entre obreros y miembros de las fuerzas como si fueran algo completamente ajena a la misma?

Y es que esta distinción no nace desde una perspectiva de las izquierdas sino de la institucionalidad misma del Estado para con las fuerzas y esto se extrapola a la sociedad. Esta disgrega a aquellos ciudadanos que no pertenecen a ninguna fuerza, es decir los civiles, y por otra parte a aquellas personas que sí son parte de las fuerzas, es decir una dicotomía entre civiles y militares como si estos últimos no fueran parte del conjunto de una sociedad; como si no provinieran de ningún lado, de ninguna extracción social y no fueran sujetos de ningún derecho, son simplemente militares. Esta construcción dificulta la adhesión de los militares a cualquier proceso civil y los enajena de todo derecho político y civil, ya que la funcionalidad de los mismos es la milicia, como si estos no tuvieran necesidades y reivindicaciones de derechos laborales al igual que el resto de la clase trabajadora. Al ser militares, a estos se les recorta derechos básicos como el derecho a la protesta, a la huelga y una jornada laboral definida incluso en tiempos de paz. La dicotomía civiles-militares aliena tanto a civiles como a militares, pues, los militares son obreros, como cualquier obrero civil, solo que trabajan para las fuerzas y no poseen ningún derecho laboral reconocido.

La extracción social de los integrantes de las fuerzas

Los policías y militares, sobre todo la tropa y la suboficialidad, provienen de una extracción social obrera, muchos de ellos terminan enrolados a las fuerzas por una salida laboral que les provea una sustentabilidad económica. Cuando un soldado, un aspirante o un cadete se une a la fuerza no lo hace plenamente consciente de que su función es defender los límites políticos y económicos del modo de producción capitalista y que su rol es el de garantizar la reproducción del capital, sino que lo hace porque busca un sustento económico, muchas veces para mantener a sus familias.

Hay que distinguir también el distinto grado de jerarquías que estas fuerzas poseen. En el caso de las fuerzas armadas, podemos encontrarnos a la tropa, los soldados voluntarios, estos casi siempre provienen de una extracción obrera, al igual que en la suboficialidad y, cada vez en mayor medida, en la oficialidad joven. Hombres y mujeres jóvenes, de entre 17 y 24 años, generalmente estudiantes, desempleados, trabajadores sobrantes y peones rurales de todas las provincias que encuentran en las FFAA una salida laboral segura que les proporcione estándares de vida básicos, un salario que les permita independizarse, tener una obra social y, en la mayoría de los casos, mantener a sus familias ya que muchos de ellos son padres jóvenes. Los soldados voluntarios suelen tener un paso breve por la fuerza, ya que la inmensa mayoría, al padecer de primera mano la depauperización en la que se encuentran las fuerzas armadas argentinas y sus bajos salarios, aprovechan su formación militar básica y optan por otras ofertas laborales como las empresas de seguridad privadas o integrarse en alguna fuerza de seguridad. Los que se quedan, en cambio, con frecuencia tienen que recurrir a un trabajo de medio tiempo que les permita sobrevivir a los bajos salarios del escalafón de soldados, acudiendo, por ejemplo, a aplicaciones de delivery generalmente desde una bici o moto. Esto sucede generalmente en las guarniciones del Gran Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y todas aquellas urbes donde no les cubre el Suplemento de Zona.2 Cabe destacar que muchos de los soldados alquilan ya que no poseen una vivienda propia, lo que supone un coste de vida mayor con un salario de miseria. Esto sucede tanto con soldados voluntarios, suboficiales subalternos e incluso oficiales subalternos generalmente de una extracción obrera.

El papel revolucionario de las fuerzas

Ninguna transformación social se hizo prescindiendo de policías y militares. Por dar un ejemplo histórico clave de la clase trabajadora en su lucha por elevarse a la condición de clase dirigente: la revolución bolchevique de febrero de 1917 sin el apoyo y la participación activa de militares y policías del régimen zarista, que traicionaron al Estado burgués y se unieron a la revolución, esta hubiera sido aplastada como la de 1905. En Portugal, en 1974, la Revolución de los Claveles que derrocó al régimen del Estado Novo, fue dirigido por oficiales comunistas como Otelo Saraiva de Carvalho (del Partido Revolucionario del Proletariado) y Vasco Gonçalves (del Partido Comunista) y demás militares del Movimiento de las Fuerzas Armadas. No se puede negar el importantísimo rol que han tomado militares revolucionarios como el capitán Thomas Sankara en Burkina Faso. En nuestro país debemos recordar al CEMIDA en su larga lucha por enjuiciar a la Junta Militar del 76 y por la democratización de nuestras FF.AA.

Los miembros de las fuerzas armadas padecen, tienen necesidades y reivindicaciones al igual que el resto de los trabajadores, sus derechos laborales no son reconocidos, frecuentemente trabajan en condiciones insalubres, sin horas extras pagadas y con jornadas laborales indefinidas. A menudo estos, sobre todo la tropa y la suboficialidad subalterna, tienen que trabajar 16 horas al día para actividades burocráticas de Jefes de unidad que, amparados por un marco jurídico interno anacrónico, los explotan día y noche por caprichos institucionales y muchas veces individuales. Los oficiales superiores, de la vieja escuela, viven como reyes, llenos de lujos anticuados como por ejemplo ser trasladados en vehículos oficiales de la casa al trabajo y viceversa —amparado por el Estado costándonos millones en combustible—, mientras los militares subalternos sobreviven con salarios irrisorios.

Desde el marxismo, no podemos divorciarnos de estos sectores de la clase trabajadora. Debemos superar esos viejos fantasmas de la historia entendiendo que hoy en día hay un gran reflujo de jóvenes militares provenientes de la clase obrera en todas las jerarquías, que nada tienen que ver con los horrores y crímenes que han cometido las fuerzas armadas en el pasado al servicio de intereses burgueses y foráneos. Debemos entender que son parte de nuestra clase y luchar por la democratización de las fuerzas armadas y de seguridad. Por unas fuerzas armadas y de seguridad populares, al servicio de nuestra clase. Al servicio de la Patria y el Socialismo científico.

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